El ciclo del sueño

Fase I:

Fase de sueño ligero, aquella en la que aún percibimos la mayoría de estímulos que suceden a nuestro alrededor (auditivos y tactiles). El sueño en fase I es poco o nada reparador, y coincide con aquellas situaciones en que si habiéndonos quedado dormidos en el sofá alguien nos dijera: Oye, ya está bien, no te duermas, nosotros contestaríamos: si no estaba durmiendo... En la fase I de sueño la actividad cerebral combina el patrón alfa con el theta de baja amplitud. El tono muscular está disminuido en relación a la vigilia y aparecen movimientos oculares lentos
 

Fase II:

En esta fase se produce un bloqueo de los 'inputs' sensoriales a nivel de tálamo, es decir, nuestro sistema nervioso bloquea las vías de acceso de la información sensorial. Este bloqueo comporta una desconexión del entorno, lo que facilita la conducta de dormir. El sueño de fase II es parcialmente reparador, lo que sugiere que no es suficiente para descansar completamente. En la fase II de sueño, la actividad cerebral es predominantemente theta, aunque aparecen algunas salvas de ondas delta. Son característicos de esta fase los husos de sueño (salvas de 0.5 a 2 segundos de actividad beta de 12 a 14 ciclos por segundo; en inglés, spindles) y los complejos K (ondas bifásicas de gran amplitud). El tono muscular es menor que en fase I, y desaparecen los movimientos oculares.

Fase III:

El bloqueo sensorial se intensifica en relación a la fase II, lo que indica una mayor profundidad de sueño. Si nos despertamos en esta fase, nos encontramos confusos y desorientados (en fase IV sucede lo mismo pero aún con mayor intensidad). El sueño de fase III es esencial para que la persona descanse subjetiva y objetivamente. En esta fase, la actividad cerebral es preferentemente delta, aunque con presencia de actividad theta. El tono muscular es aún más reducido que en fase II, y tampoco hay movimientos oculares.

Fase IV:

Es la fase de mayor profundidad del sueño, en la que la actividad cerebral es más lenta (predominio de actividad delta). Al igual que la fase III, es un período esencial para la restauración física y sobretodo psíquica del organismo (déficits de fase III y IV provocan somnolencia diurna). En esta fase, el tono muscular está muy reducido. Aunque no es la fase típica de los sueños, en algunas ocasiones pueden aparecer. Los sueños de fase IV son en forma de imágenes, luces, figuras, y nunca en forma de historia. Por último, comentar que la fase IV es la fase en la que se manifiestan alteraciones tan conocidas como el sonambulismo o los temores nocturnos

Fase MOR:

Es la fase en que tenemos los sueños típicos, los que se presentan en forma de narración. La actividad eléctrica cerebral de esta fase es rápida, mayoritariamente theta de baja amplitud con ráfagas de actividad beta. El tono muscular es nulo (atonía muscular o parálisis), lo que impide que representemos aquello que soñamos. Las alteraciones más típicas de esta fase son las pesadillas, el sueño MOR sin atonía y la parálisis de sueño.
 

LOS SUEÑOS, GRAN TORMENTA CEREBRAL

Ciertas neuronas (tipo II) de la protuberancia y del bulbo que sólo están activas en sueño REM, segregan noradrenalina y se proyectan al tálamo, al hipotálamo posterior y al hipocampo, en su paso hacia la corteza. Esto produce la activación cortical del sueño paradójico que es una excitación intensa de la mayoría de neuronas cerebrales, incluidas las motoras, comparable a la actividad más intensa que se pueda producir en la vigilia. Esa tormenta cerebral son los sueños. Es la etapa catecolaminérgica del sueño (noradrenalina y adrenalina son catecolaminas).
Hay una actividad cortical de 40 ciclos por segundo que es característica de la conciencia tanto en la vigilia como en el sueño REM, y está muy reducida en el sueño SOL. Esta oscilación se reinicializa por estímulos sensoriales durante el día cuando se produce el reflejo de orientación, es decir cuando nos preguntamos "¿Qué es ésto?". Probablemente se encontraría también esta actualización en el sueño REM si se experimentara con soñadores lúcidos (Sueño Lúcido es aquél en el que el soñador sabe que está soñando).

El sueño es una necesidad fisiológica. Hay dos tipos de sueño: el sueño REM y el sueño noREM. Durante el sueño REM (siglas de “movimientos oculares rápidos” en inglés) se producen las imágenes visuales características que todos conocen, las pesadillas y otros trastornos específicos del sueño que sólo se dan en esta fase. Los terrores nocturnos, por el contrario, sólo se producen en las fases noREM. La fase noREM se divide en cuatro fases, de menor a mayor profundidad de sueño. Para descansar correctamente es necesario dormir un número de horas en el que se alternan varios ciclos REM-noREM; si se suprimen experimentalmente las fases REM o noREM, se acaba a la larga por producir alteraciones del ánimo, del comportamiento, y otros trastornos psiquiátricos.
Muchas drogas producen alteraciones en las fases del sueño e insomnio. El alcohol por ejemplo suprime la fase REM, y tras un periodo de consumo excesivo, cuando se deja de golpe de consumir es normal que aparezcan pesadillas por un “efecto de rebote” de la fase REM.
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